A medida que las poblaciones crecen, envejecen y se urbanizan, las Enfermedades No Transmisibles (ENT) y los trastornos mentales han reemplazado a las enfermedades infecciosas como las principales amenazas para la salud y los sistemas de salud en todo el mundo.
Una vez consideradas enfermedades del mundo rico, vinculadas a dietas de baja calidad, poco ejercicio y el uso de tabaco y alcohol, las condiciones crónicas y degenerativas son ahora una epidemia global. Representan 41 millones de muertes cada año, de las cuales el 85% están en países de ingresos bajos y medios, donde las personas pueden envejecer y enferman antes de volverse ricos. Para 2030, la OMS espera que esta cifra aumente en 11 millones, llegando a 52 millones en total, y las muertes por enfermedades infecciosas disminuyan en 7 millones.
Los trastornos de depresión y ansiedad están aumentando en un 54% y 42% respectivamente de 1990 a 2013, según datos de la OMS. (Según una investigación de la OMS, vaticinó ya hace tiempo que la Depresión va a ser en este año la mayor causa de discapacidad y pérdida de días laborables, superando la tasa de suicidio mundial a las enfermedades cardiovasculares. Dr.E.Kuper 2009 “Nuevos Desafíos en Trastornos Depresivos”).
Actualmente se estima que 700 millones de personas en todo el mundo tienen un trastorno mental. La demencia afecta a 10 millones de personas más cada año.
Si bien las enfermedades infecciosas y las pandemias representan una amenaza grave para la vida humana, las ENT tienen un efecto devastador gradual en el bienestar de las personas y las sociedades. Además de causar un enorme sufrimiento físico y psicológico, las cuatro principales ENT (enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias) junto con enfermedades mentales, podrían haberle costado a la economía global un estimado de US $ 47 billones (en tratamiento y pérdida de productividad) durante los años 2010 y 2020. Se espera que la demencia cueste más US $ 2 billones para 2030, ya que cada año trae 10 millones de casos nuevos.
Los trastornos son difíciles de prevenir y tratar, ya que provienen de causas variadas y complejas, se desarrollan lentamente y a menudo coexisten con otras afecciones crónicas. Las intervenciones efectivas deben dirigirse tanto a individuos como a poblaciones, superando hábitos arraigados e intereses comerciales.
Incluso en los países mas ricos, los costos de atención médica y social de las ENT podrían llevar a la bancarrota a los sistemas de salud.
Las ENT también podrían alterar la cohesión social: las crecientes desigualdades en salud podrían aumentar las desigualdades económicas, un inicio más temprano entre las personas más jóvenes podría sofocar el crecimiento económico necesario para financiar la atención de las personas mayores, y los electores mayores podrían priorizar el gasto en pensiones y atención médica sobre otros temas como la educación, infraestructura y resiliencia climática.