Humildemente nos atrevemos a discrepar con este concepto que es el de comparar esta pandemia con una guerra. Poco a poco los medios y los políticos, alegre y fríamente, nos presentan una situación en la que hay guerra contra la naturaleza; uno no puede pelear contra ella, o se adapta o perece.
Es una simple falacia utilizada para que el cuerpo social trate de tomar psicológicamente la situación con un grado de acción de un solo cuerpo, olvidando los golpes psicológicos que conllevan.
En última instancia, y desde el origen de nuestro tiempo, siempre la lucha frente a estos desastres devastadores se podría resumir en tratar de minimizar las vulnerabilidades y aumentar las resiliencias; lo que no siempre es fácil, rápido e indoloro.
Este virus vino para quedarse y tenderemos que evolucionar con él para adaptarnos y encarar nuestras acciones futuras, así como lo hicimos en su oportunidad con el HIV. Virus cercanos en su estructura y funcionamiento, como el SARS, el MERS o algunas gripes tipo H1N1, se presentan en forma cíclica, mutadas y forman parte del ecosistema natural… pero esto no quiere decir que vivamos en un estado de “guerra”.
Lo verdaderamente paradójico es que, con toda nuestra tecnología, tuvimos que recurrir a técnicas medievales (el aislamiento) como la única herramienta efectiva disponible hasta la fecha para enfrentarnos al COVID-19 y tratar de mitigar el contagio.
Aquí surje realmente el análisis de la gestión de riesgo en los grandes conglomerados que, a su vez, impone el análisis de múltiples variables y, como dijo el politólogo Malamud en un reciente artículo que suscribo, una pandemia es algo muy serio para dejarla sólo en manos de los epidemiólogos o los políticos.
Se supone que gestionar el riesgo requiere una compleja integracion inter, multi y transdisciplinaria. Un error grave es no utilizar las herramientas vigentes para que nos ayuden a gestionar mejor.
Aquellos relacionados con el tema tienen que demostrar que están a la altura de las circunstancias, puesto que realmente los deja expuetos al demostrarse que no están a la altura de las mismas… No se puede ser un simple administrador de sumas, restas y porcentajes… se debe actuar en plena administración de herramientas que componen dicha integración de disciplinas…
Olvidar que se está tratando con gente de carne y hueso, que si bien está preocupada, es olvidar también el peso psicológico que tiene que sufrir, sus angustias y su estrés ante una situación que no puede manejar al sentir que su vida diaria, sus afectos y sus ocupaciones ya no son ordenadas por ellos mismos sino que lo son por simples administradores con frialdad matemática. Y esto es lo que deben evitar esos “líderes de la pandemia”, y solo lo van a hacer si admiten la participación de disciplinas que traten estos factores verdaderamente críticos.
Hay que evitar el “estado de guerra” (volvemos a esa falacia de guerra contra el entorno natural) porque es más facil que así temor todos acaten y, tal vez, no tratar ciertos temas para pasar a un “estado de trabajo y acción” con el conjunto social de las disciplinas más cercanas en su acción de prevención y ayuda al individuo que debe procesar su tarea diaria y su frustración, sean profesionales en plena tarea o aquellos que deberán salir en algún momento.