Continuamos con la segunda parte de esta sección cuyo objetivo es responder a inquietudes y preguntas que nos llegan desde distintos lugares…. En este entrega intentaremos aclarar un nuevo interrogante: Por qué sucede el Estrés Traumático?
Esta serie está agrupada en los siguientes temas:
Y aquí vamos por la segunda parte…
Nota: El juego en niños pequeños se puede caracterizar por una temática repetitiva relacionada con el evento traumático. Pueden tener sueños atemorizantes pero fundamentalmente con contenidos no familiares.
Los eventos traumáticos son poderosos estímulos psico-fisiológicos.
Enfrentando esto el sistema físico-emocional, es decir sus defensas y mecanismos para hacer frente a estas situaciones, encuentran dificultad en absorber la afluencia de estímulos súbitos y poderosos, encaminándose a un estado de insuficiencia. Esto causa ansiedad, desasosiego interno e hipersensibilidad hacia cualquier estímulo externo adicional que puede erosionar más adelante el sistema para hacer frente a este tipo de situaciones y aún producir el total colapso del mismo.
En el intento de lidiar con esta nueva realidad, los sistemas de procesamiento emocional utilizan toda su fuerza remanente para prevalecer sobre el estímulo y reducir el miedo al mundo externo, el que ahora es percibido como amenzante, hostil y hasta a veces incomprensible.
Bajo estas circunstancias, el individuo tiende a la disminución y/o contracción del contacto con su entorno. El individuo se repliega hacia un estado de impotencia y desamparo, pasividad y sobre dependencia, manifestando apatía, alejamiento, pérdida de iniciativa y dificultades en la concentración. Estos síntomas son dolorosos pero preferibles a la sobre etimulación.
Conjuntamente con este “repliegue”, frecuentemente el trauma irrumpe en el psiquismo, a través de pensamientos, sensaciones, recuerdos y sueños. Estas intrusiones, se convierten en poderosos estímulos adicionales que refuerzan la necesidad y tendencia a la contracción, retirada e introversión. Se crea así un círculo vicioso de evitación – intrusión – nuevamente evitación y así sucesivamente.
Este círculo vicioso se encuentra en el corazón del fenómeno postraumático.