Trauma es una experiencia emocional dolorosa o shock que crea a menudo consecuencias dañinas para el desarrollo psicológico y el bienestar psicofísico del individuo. El trauma puede aparecer después de un evento único… (leer más)
También después de una serie de eventos o bien de un período de vida de naturaleza traumática particularmente perturbador (como el maltrato físico/psíquico/sexual, repetido en la infancia).
Los eventos traumáticos son situaciones excepcionales de desesperanza y distrés que la persona experimenta “de primera mano” o bien es testigo o escucha o se entera (por los medios, etc.); y que pone en peligro su integridad física y/o psíquica o la de personas cercanas a él. Los mismos típicos son las calamidades naturales, violencia, accidentes serios, la violencia urbana y la inseguridad, la violencia en el deporte, la muerte, heridas o lesiones serias de amistades y/o parientes, y el estrés relacionado con la guerra.
Una reacción post traumática es un síndrome que puede ocurrir a continuación de la exposición a un evento traumático. En resumen, la reacción consiste en un “quiebre” de los mecanismos naturales de adaptación y defensa, lo que trae dificultades y trastornos en el funcionamiento personal, familiar, social y ocupacional del individuo. Los problemas pueden aparecer en uno, o alguno o todas las áreas mencionadas y se acompañan por síntomas. Cuando estas reacciones continúan constantemente durante por lo menos un mes, su descripción cambia de una “reacción post traumática” a un “trastorno post traumático”.
Los eventos traumáticos son poderosos estímulos psico-físiológicos. Enfrentando esto, el sistema físico-emocional; es decir sus defensas y mecanismos para hacer frente a estas situaciones; encuentran dificultad en absorber la afluencia de estímulos súbitos y poderosos, encaminándose a un estado de insuficiencia. Esto causa ansiedad, desasosiego interno e hipersensibilidad hacia cualquier estímulo externo adicional que puede erosionar más adelante el sistema para hacer frente a este tipo de situaciones y aún producir el total colapso del mismo.
En el intento de lidiar con esta nueva realidad, los sistemas de procesamiento emocional, utilizan toda su fuerza remanente para prevalecer sobre el estímulo y reducir el miedo al mundo externo, el que ahora es percibido como amenazante, hostil y hasta a veces incomprensible.
Bajo estas circunstancias, el individuo tiende hacia la disminución y/o contracción del contacto con su entorno. El individuo se repliega hacia un estado de impotencia y desamparo, pasividad y sobre dependencia; manifestando apatía, alejamiento, pérdida de iniciativa y dificultades en la concentración. Estos síntomas son dolorosos, pero preferibles a la sobre estimulación.
Conjuntamente con este “repliegue”, frecuentemente el trauma irrumpe en el psiquismo, a través de pensamientos, sensaciones, recuerdos y sueños. Estas intrusiones, se convierten en poderosos estímulos adicionales que refuerzan la necesidad y tendencia a la contracción, retirada e introversión. Se crea así un círculo vicioso de evitación – intrusión – nuevamente evitación y así sucesivamente. Este círculo vicioso se encuentra en el corazón del fenómeno pos traumático.
Nota: En estadios avanzados, las intrusiones pueden cesar, mientras que el retraimiento y la evitación persisten.
Nota: El juego en niños pequeños se puede caracterizar por una temática repetitiva relacionada con el evento traumático. Pueden tener sueños atemorizantes pero fundamentalmente con contenidos no familiares.
Existen muchos factores que contribuyen a la formación de una reacción pos traumática. Uno de los factores más decisivos es la resistencia personal al trauma previa a la exposición del evento traumático.
La resistencia puede ser dividida en específica y no específica: