¿Quién Cuida a Nuestros Cuidadores?

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¿Quién Cuida a Nuestros Cuidadores?

Los intervinientes médicos, paramédicos, voluntarios y socorristas, trabajan en esta situación con conflictos cada vez más violentos; por ende, la carga individual y colectiva de las emociones y de las reacciones de estrés que llevan sobre sus hombros es cada vez más pesada, ya que al estrés de base se suma el estrés acumulativo y estrés disruptivo.

Hoy en día se admite que, por el bien de las víctimas, vale la pena prestar más atención a aquellos que prestan atención.

Héroes versus profesionales altamente capacitados: Los héroes no reconocen sus emociones.

Sólo si los miembros de los equipos aprenden a desprenderse de los prejuicios, mostrar sus emociones y pedir ayuda podrán disminuir las posibilidades de sufir los efectos del impacto emocional que ocasiona asistir a una tragedia.

Si por razones culturales a los hombres, de por sí, les cuesta llorar en público o en privado, menos aún les está permitido a los colectivos, de los que espera fuerza, seguridad y capacidad para resolver situaciones terribles, como son por ejemplo los bomberos o la policía (Gemma García).

Muy pocos saben, y casi nadie se pregunta, lo que sienten o padecen a corto y largo plazo los hombres y mujeres que cada día responden a las llamadas de auxilio. “Los profesionales de emergencia normalmente trabajan en situaciones puntuales”, lo habitual no es trabajar con cientos de personas afectadas. Estos escenarios pueden ser dantescos y lógicamente dejan mella en los testigos presenciales.

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En suma, a las víctimas directas de la pandemia, trabajadores de servicios de emergencia como la policía, bomberos, equipos de paramédicos y los mismos profesionales; son repetidamente expuestos al virus.

Ellos deben ser testigos de estas horribles realidades, además de la preocupación por su propia seguridad y la de sus seres queridos; y vivir con las memorias que acompañan y siguen a dichos eventos.

Conceptos Claves:

  • Las reacciones emocionales del estrés, son reacciones normales frente a situaciones anormales. Cada uno reacciona al estrés según un modo personal y particular.
  • Cada uno es responsable por el buen manejo de sus emociones.
  • El control y tratamiento de las reacciones de estrés son responsbilidad del jefe de equipo.
  • Después de un incidente crítico, la ayuda debe ser ofrecida inmediatamente, en el lugar del hecho, de manera simple y con la esperanza de pronta restitución.
  • Hay que recurrir a técnicas específicas, individuales o grupales, cada vez que sea posible. Siempre y cuando lo hagamos de manera precoz.
  • La expresión preoz de las emociones asociadas al trabajo humanitario debe ser considerada como prioritaria.
  • Es importante destacar que así como un socorrista sabe brindar los primeros auxilios, cuando hay una herida física, limpiándola y vendándola; aquel que interviene luego de una “herida psíquica”, debe “abrir esta herida”, permitiendo la evacuación de las emociones.
  • Luego de esta primera intervención “la cicatrización” puede seguir su curso.
  • Cuando se produce una herida psíquica, la expresión de las emociones no es peligrosa; lo que es más, esta expresión alivia, como el lavado y desinfección de las heridas atenúan el dolor y facilitan su cura.

Cuando un profesional de equipos de respuesta es protagonista de un evento traumático, dependiendo de la calidad y magnitud de dicho evento, no existe lugar aquí para que ninguna teoría, investigación o trabajo clínico lo haya preparado para entender a lo que se está enfrentando: sobrevivir y trabajar para recuperarse de un desastre y/o catástrofe.

Esta experiencia personal provee de una oportunidad única para desarrolar una apreciación de la naturaleza de los eventos traumáticos y de su sufrimiento.

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Trabajadores especializados y no especializados (agentes comunitarios, personal de rescate, docentes, voluntarios) son el primer contacto con la población y los primeros en ofrecer ayuda psicológica.

El personal que ofrece ayuda psicológica puede estar conformado por personas de muy distinto origen: Miembros de equipos de salud (médicos, paramédicos, enfermeros, asistentes sociales, etc.), Miembros de equipos de rescate (socorristas, bomberos, policías), Voluntarios de ayuda solidaria, Líderes comunitarios, docentes, religiosos.

Todos deben recibir capacitación, supervisión y acompañamiento en la atención psicosocial.

La vulnerabilidad grupal se ve afectada por factores de riesgo que incluyen la fatiga y el desgaste, la exposición a imágenes y relatos dolorosos, la empatía frente al sufrimiento y la excesiva involucración.

Además otros factores de riesgo incluyen ausencia de consolidación y cohesión grupal, explicación inadecuada de funciones, sobre exposición a factores extra estresantes (toma de decisiones, contacto intra e interinstitucional).

Estrategias propuestas

  • Contemplar la intervención del equipo de salud mental en los planes de intervenciones para su implementación tanto en la fase inmediata como a mediano y largo plazo.
  • Incluir en los programas de capacitación y entrenamiento formación específica en esta área (cursos, talleres, simulacros, etc.) tanto para efectores directos como ocasionales.
  • Promover la interacción con profesionales de otras disciplinas, asistentes sociales, sociólogos y antropólogos, que permitan un abordaje más amplio de esta problemática (“humanizar la ciencia”).
  • Rever los conceptos de salud-enfermedad como un proceso histórico-político-social del cual todos formamos parte y que implica una toma de posición.
  • Informar y entrenar a la población (“socializar el conocimiento”). Saber de qué se trata, qué puede pasar, cómo puede pasar, qué hacer y qué no hacer, no solo facilita la comprensión sino que adecua la respuesta desde lo individual y lo orginazacional.

Se deben tomar medidas inmediatas que apunten al cuidado del personal y pra mantener la capacidad funcional de las organizaciones.

Para saber QUÉ, CÓMO y CUÁNDO HACER, hay que prepararse

 

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